Aunque en ocasiones no agrade, el envejecimiento y los cambios físicos asociados a él resultan inevitables. Pero, ¿y si fuera posible revertir las huellas del paso del tiempo? Según Keshav K. Singh y su equipo, de la Universidad de Alabama en Birmingham, la clave se hallaría en el ADN de las mitocondrias, las centrales energéticas de las células.
El estudio, publicado por la revista Cell Death and Disease, se realizó en ratones. El genoma de los animales se modificó a fin de que la administración de un fármaco, conocido como doxiciclina, indujera la eliminación completa del ADN mitocondrial. En consecuencia, tras 4 semanas de tratamiento, los roedores mostraron pérdida de pelo, aparición de surcos en la piel, curvatura de la columna vertebral en la región torácica, así como lentitud de movimiento y letargo.
Curiosamente, algunos de estos cambios asociados al proceso natural de envejecimiento se manifestaron de distinto modo en machos y hembras. Así pues, el patrón de alopecia en ratones de sexo masculino fue disperso, mientras que en las féminas, la caída afectó zonas concretas del manto. Asimismo, ellas presentaron mayor cantidad de arrugas. Para los científicos, la función reguladora que ejercen las hormonas sexuales sobre distintos procesos mitocondriales explicaría dichas diferencias.
Sin embargo, la restitución del ADN mitocondrial revirtió los síntomas de vejez. Así, 1 mes después del cese del tratamiento con doxiciclina, los ratones recuperaron el pelaje espeso característico de los animales jóvenes, pues la función de los folículos se normalizó. Además, la inflamación de la piel se redujo, hecho que resultó en la restauración de la estructura cutánea, y por consiguiente en la desaparición de pliegues y surcos.
Singh y sus colaboradores destacan que su hallazgo evidencia la importancia de la disfunción mitocondrial en el proceso de envejecimiento, y en concreto, en la aparición de arrugas y la pérdida de pelo. Futuros experimentos evaluarán si la restauración del ADN de las mitocondrias revierte la senectud en otros órganos. Asimismo, las conclusiones del trabajo podrían ayudar a comprender el modo en que estos componentes celulares participan en el desarrollo de enfermedades humanas asociadas a la edad.
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