jueves, 26 de julio de 2018

Los músculos de niños y atletas son muy parecidos

Sin embargo, los infantes presentan mayor resistencia a la fatiga muscular y capacidad de recuperación tras un esfuerzo intenso.

Jugar, correr, saltar y vuelta a empezar. ¿Por qué parece que los niños no se cansan nunca? Con seguridad, esta pregunta habrá pasado por la mente de padres, madres y cuidadores en más de una ocasión.
Sin embargo, la inagotable energía de los infantes podría tener una explicación científica. Según Sébastien Ratel y sus colaboradores, de la Universidad Clermont-Auvernia en Francia, los pequeños presentarían igual, o incluso mayor, resistencia a la fatiga muscular que los atletas altamente entrenados.
En el estudio, publicado por la revista Frontiers in Physiology, participaron 12 chicos preadolescentes, de entre 8 y 12 años de edad, junto con 25 jóvenes veinteañeros: 12 sin hábitos de ejercicio regular y 13 deportistas de élite.
Los sujetos, todos varones, realizaron entrenamientos de alta intensidad en una bicicleta estática y los científicos evaluaron el modo en que su cuerpo producía energía. Los resultados mostraron que el metabolismo de los adultos no entrenados era anaeróbico. Es decir, sus músculos usaban poco oxígeno y producían lactato, un compuesto que favorece la aparición de las temidas «agujetas» y la fatiga muscular. En cambio, el organismo de los niños y los atletas consumía oxígeno a través de la vía aeróbica, con menor producción de metabolitos secundarios que afectan de forma negativa el rendimiento físico.
La frecuencia cardíaca, los niveles de oxígeno y la velocidad de eliminación de lactato también se monitorizaron tras el ejercicio, a fin de evaluar la capacidad de recuperación. De nuevo, los datos de preadolescentes y deportistas fueron parecidos, y mejores, en comparación con el resto de adultos. No obstante, el ritmo de los latidos se normalizó con mayor rapidez en el caso de los infantes. Además, estos metabolizaron mejor el lactato, por lo que evitaron, en gran medida, su acumulación. Ello explicaría el porqué de su pronta recuperación después de realizar un gran esfuerzo.
Para Ratel y su equipo, su hallazgo sugiere que los músculos perderían la capacidad de producir energía de forma aeróbica con la edad. Por consiguiente, el entrenamiento específico durante la pubertad y las primeras etapas de la vida adulta podría ayudar a mantener el uso de este tipo de metabolismo y retrasar, así, la aparición de la fatiga muscular asociada al envejecimiento. Futuros experimentos determinarán si los cambios observados a nivel muscular se relacionan con el riesgo de sufrir algún tipo de enfermedad.

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